lunes, 1 de octubre de 2012

Augusto B. Leguía - Su tiempo y reflejos en la historia peruana

El Oncenio de Leguía
A propósito de la publicación de El Oncenio de Leguía a través de sus elementos básicos, de la historiadora Marty Ames, a quien no conozco, pero cuya tesis tuve el agrado de leer hace un tiempo (ver imagen), quería comentar algunas cosas sobre ese tiempo.

Hablar de Augusto B. Leguía implica referirse a un gobierno con un comienzo de gran apoyo popular, establecido y prolongado sobre la base de muchas reelecciones, que generó una suerte de casta de poder nueva «una nueva oligarquía, menos culta y capaz que la anterior» (Basadre dixit), contrapuesta a aquella hasta dar por terminado (de alguna manera) el periodo llamado de la República Aristocrática, en el que unas pocas familias se disputaban el control del Perú. Sea como fuere, lo cierto es que apareció toda esta grey que revoloteaba en torno a poder presidencial, grupos fieles hasta el servilismo. Ocurrían todas estas cosas en medio del boato de un presidente megalómano, que persiguió y encerró a sus enemigos políticos en prisiones acondicionadas para el caso en la Isla San Lorenzo y, tal y como la dictadura fujimorista, que también contó con asiduos defensores y atacantes, acabó con el gobernante preso y padeciendo una enfermedad terminal.

De la misma manera, si hablásemos de un gobernante peruano, que estando en Palacio fue atacado por los familiares de su mayor opositor, los cuales entraron hasta su aposento para arrebatarle el poder, quizá terminaríamos pensando que hablamos de la muerte de Francisco Pizarro y el ataque de los almagristas comandados por Almagro el mozo, pero no, nuevamente nos encontramos con Augusto B. Leguía en su primer gobierno, cuando los pierolistas lo sacaron de palacio a viva fuerza.

Augusto B. Leguía
Personaje polémico y de gran personalidad fue Augusto B. Leguía. Su primer gobierno (1908-1912) había terminado en descontento para los peruanos, pero esa amnesia electoral, las promesas de recuperar Tacna y Arica (cosa que luego no hizo), hicieron que los ciudadanos lo eligiesen nuevamente para dar inicio al periodo conocido como el Oncenio. Esto de reelegir a gobernantes que han hecho desastrosos periodos, es también otro hecho que se repite como un reflejo en la historia peruana. Hacia 1924 se alejó de los que lo llevaron al poder y empezó a utilizar a otros, su gobierno de la Patria Nueva, nos aseguran los especialistas como Marty Ames, no hizo sino centrarse en el embellecimiento de Lima (infraestructuralmente hablando), dejando de lado a las provincias y endeudándose hasta el servilismo con Estados Unidos. 

El gran historiador Jorge Basadre cuenta que quizá pudo haber evitado Leguía el descrédito evitando la tercera postulación, pero eran muy fuertes su megalomanía y las presiones de los grupos de poder creados en torno a su persona, entonces se lanzó a la tercera reelección que terminó con él preso y vejado. Así terminan sus días de gloria:

«Después de un breve tiempo de estancia en el crucero Grau y en la Isla San Lorenzo, adonde él mandara a tanto perseguido, había sido llevado el ex presidente a la penitenciaría de Lima en compañía de su hijo Juan. Nadie en el Perú recibió en vida los honores y homenajes que Leguía recibiera; nadie vio tampoco trocarse el poderío en desgracia en forma tan brusca, total y definitiva. Allí en la penitenciaría de Lima, se agravó una enfermedad crónica que padecía, y el fallecimiento, después de haber cumplido como un viejo cristiano los deberes que la Religión asigna a los moribundos, se produjo en el hospital de Bellavista.» (Basadre P.I. p 329).