El Oncenio de Leguía |
A propósito de la publicación de El Oncenio de Leguía a través de sus elementos básicos, de la
historiadora Marty Ames, a quien no conozco, pero cuya tesis tuve el agrado de leer hace un tiempo (ver imagen), quería comentar algunas cosas sobre ese tiempo.
Hablar de Augusto B. Leguía implica referirse a un gobierno con un
comienzo de gran apoyo popular, establecido y prolongado sobre la base de
muchas reelecciones, que generó una suerte de casta de poder nueva «una nueva
oligarquía, menos culta y capaz que la anterior» (Basadre dixit), contrapuesta
a aquella hasta dar por terminado (de alguna manera) el periodo llamado de la
República Aristocrática, en el que unas pocas familias se disputaban el control del Perú. Sea como fuere, lo cierto es que apareció toda esta
grey que revoloteaba en torno a poder presidencial, grupos fieles hasta el
servilismo. Ocurrían todas estas cosas en medio del boato de un presidente
megalómano, que persiguió y encerró a sus enemigos políticos en prisiones
acondicionadas para el caso en la Isla San Lorenzo y, tal y como la dictadura
fujimorista, que también contó con asiduos defensores y atacantes, acabó con el
gobernante preso y padeciendo una enfermedad terminal.
De la misma manera, si hablásemos de un gobernante peruano,
que estando en Palacio fue atacado por los familiares de su mayor opositor, los
cuales entraron hasta su aposento para arrebatarle el poder, quizá
terminaríamos pensando que hablamos de la muerte de Francisco Pizarro y el
ataque de los almagristas comandados por Almagro el mozo, pero no, nuevamente
nos encontramos con Augusto B. Leguía en su primer gobierno, cuando los pierolistas lo sacaron de palacio a viva fuerza.
Augusto B. Leguía |
El gran historiador Jorge Basadre cuenta que quizá pudo haber evitado Leguía el descrédito evitando la tercera postulación, pero eran muy fuertes su megalomanía y las presiones de los grupos de poder creados en torno a su persona, entonces se lanzó a la tercera reelección que terminó con él preso y vejado. Así terminan sus días de gloria:
«Después de un breve tiempo de
estancia en el crucero Grau y en la Isla San Lorenzo, adonde él mandara a tanto
perseguido, había sido llevado el ex presidente a la penitenciaría de Lima en
compañía de su hijo Juan. Nadie en el Perú recibió en vida los honores y
homenajes que Leguía recibiera; nadie vio tampoco trocarse el poderío en
desgracia en forma tan brusca, total y definitiva. Allí en la penitenciaría de
Lima, se agravó una enfermedad crónica que padecía, y el fallecimiento, después
de haber cumplido como un viejo cristiano los deberes que la Religión asigna a
los moribundos, se produjo en el hospital de Bellavista.» (Basadre P.I. p 329).