María Magdalena Robles Canales, Normalista
rural nacida el 25 de abril de 1898, en
la hoy provincia de Nasca.
Me eduqué en Ica, en el colegio Instituto
Peruano, dirigido por la señora María C. de Laynes. Terminada mi instrucción
primaria y, sin título aún, por no tener la edad reglamentaria, conseguí que el
inspector de educación Provincial me nombrara Directora de la Escuela Fiscal del caserío de
Santa Cruz, hoy distrito de la
Provincia de Palpa, con fecha 9 de julio de 1913, con un
sueldo mensual de 40.00 soles, teniendo que trasladarme hasta Ica cada mes para
cobrar. Esto último me ocasionaba múltiples molestias y dificultades. Empecé a
laborar el 4 de agosto del mismo año y como yo desde niña había deseado ser
maestra lo hacía con gran entusiasmo.
Después de dos años mamá, gran amante de su
terruño, consiguió que nos trasladásemos a «su Nasca». Allí me nombraron
directora de una escuela en el campo, de donde, dos años más tarde me
trasladaron a la ciudad como maestra auxiliar del Centro Escolar de Varones,
hoy Escuela Pre-Vocacional de Varones Enrique Frachia, Nº 1584.
Cumplidos los dieciocho años de edad exigidos
para optar el título docente, volví a Ica- Era el año 1919. Ya con mi título
regresé a Nasca como Directora de la Escuela Fiscal de Mujeres 5817, la única
en la localidad, y que hoy es la Escuela Pre-Vocacional de mujeres 1589, con
una población escolar de 400 a
500 alumnas, pese a funcionar en Nasca cinco escuelas más y otras tantas de varones,
lo que puede darnos una idea del crecimiento poblacional. Aun así en aquel entonces todo era incipiente en Nasca,
eran tiempos difíciles, pues muchas veces había que empezar las cosas desde
cero. Por aquel entonces tomé parte en las actividades locales —cívicas,
sociales, religiosas— y puse especial empeño en la educación de mis alumnas,
segura de que ellas eran la base de la
sociedad en el futuro y esta es mi satisfacción hoy, cuando compruebo que la mayoría de los padres y madres de familia
que cimentaron la nueva provincia de Nasca son los niños que ayudé a educar.
En 1928 nos trasladamos a Lima
buscando un mejor ambiente para mis hermanas que, ya crecidas, no encontraban
cómo perfeccionarse en un ambiente tan estrecho como el que teníamos en Nasca.
Fui nombrada Directora del colegio Emiliano J. Villa Nº41 del Callao. Allí, al
ser informada de ciertos problemas pedí al Ministerio de Salud que hiciera un
despistaje de TBC. Así se pudo comprobar que había varios casos de alumnas
enfermas con este mal, dolencia terrible en aquella época, entre ellas dos de
mi aula, las que, enteradas de su enfermedad se abrazaron a mí llorando. Esto,
claro está, me llegó al alma. Pensando en ellos y en todos los niños chalacos
busqué una forma de auxiliarlos.
Fue en esas circunstancias, como
pensé en la creación de una casa que los albergara y a la vez les proporcionara
una adecuada nutrición que previniese que por debilidad cayeran en las
terribles garras de aquel flagelo. Ha de señalarse que en aquel entonces se sindicaba
al Callao como la segunda ciudad tuberculosa del mundo.
En mi peregrinaje buscando ayuda para
concretar mi plan llegué donde el coronel Néstor Gambetta, entonces prefecto
del Callao, quien, tras escuchar mi propuesta, se interesó en mi proyecto y, después
de estudiarlo, lo llevó a cabo con la colaboración del Magisterio Chalaco que,
emotivo como siempre, contribuyó grandemente. Se formaron comisiones, se
hicieron colectas y fue así como nació la Colonia Climática
Infantil Vacacional del Callao, cuyo nombre se cambió luego a Lina Licetti de
Gambetta, en el local de la escuela Fiscal de Mujeres de La Punta. Tuve así la doble
satisfacción de ver realizado mi proyecto y protegida parte de la niñez
chalaca. Por esta labor me otorgaron un diploma y medalla de oro, las cuales
conservo, en una actuación promovida por las Asociación Provincial de Maestros
del Callao.
En 1935 se fundó en Lima, y bajo mi
iniciativa, el Centro Nasca, entidad destinada a acoger en su seno a todos los
nasqueños que, lejos del terruño, encontraron en él un lugar que les brindó
calor y apoyo.
Terminado mi expediente de
jubilación, me retiré de la enseñanza con una pensión de 350 soles mensuales.
Tenía entonces en mi haber la
experiencia obtenida en el Callao, y estando asegurada la supervivencia de la
colonia con la ayuda del Coronel Gambetta, pensé en alguna forma de ayudar a
los niños de Nasca y hacia allá fui. Toqué a las puertas de los que podían dar
algo y gracias a Dios hallé colaboración. Me dieron dinero en cuotas mensuales,
útiles para la cocina, comedir, dormitorio y algunos alimentos.
Era el año de 1950 y, habiendo
conseguido el local de la Escuela Fiscal de Lomas, nos fuimos allá un 10 de
enero con veinte niñas, a cuyos padres hube de rogar para que me las confiaran.
Salimos en un camión cargado además de enseres y alimentos. Fue una gran
odisea, pero recompensada por ver la alegría de aquellas niñas que nunca habían
visto el mar. En turnos de quince días atendimos a niños y niñas durante el
periodo vacacional.
Transcurrieron así once años,
aumentando en cada uno de ellos los niños y enseres. Logramos adquirir en local
en propiedad, y digo logramos porque al iniciarse la idea de la colonia, se
formó un comité para regirla. La Municipalidad de Nasca, la Beneficencia y los
Rotarios me concedieron diplomas de honor en distintas oportunidades y en otras
tantas reuniones sociales.
En 1957 regresé al Magisterio, como
Directora de la escuela Fiscal Nº 15806 de Nasca, pues ya no eran suficientes mis
trescientos cincuenta soles de pensión para subsistir. Esta nueva
actividad me ocupaba mucho tiempo, pero
yo aprovechaba mis vacaciones de verano,
para dedicarlas al cuidado de los niños de la colonia climática. Ya muy
quebrantada mi salud, me jubilé definitivamente del Magisterio. No obstante
seguí un tiempo más ayudando a la Colonia Climática hasta dejarla totalmente
instalada, con casa propia, enseres completos de la sala de cocina, y una renta
en el Presupuesto de la Nación, renta que fue lamentablemente suprimida al año
siguiente, sin que nadie más interesara en ello.
Hoy, desde el retiro, veo con gran
pena cómo desaparece una obra tan bien cimentada y de tanta utilidad para el
niño, sin embargo no abandono la esperanza de verla renacer algún día, Dios
mediante.
Lima 26 de junio de 1971
Magdalena Robles Canales
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Nota
Antepasada de este servidor, Magdalena Robles Canales (1898 - 2008) fue una mujer de gran temple, luchadora incansable y trabajadora, cuya longeva vida estuvo siempre dedicada a velar por la niñez de su natal Nasca.
La conocí cuando ya pasaba de los cien años, cerca de 1999, y en ese tiempo ella le hizo entrega a mi señor padre de estas memorias que hoy publico, las mismas que fueron redactadas a puño y letra en 1971, cuando contaba con setenta y tres años.
Más información acerca de ella aquí:
Noticias de Nasca.
Mujeres de Nasca
La conocí cuando ya pasaba de los cien años, cerca de 1999, y en ese tiempo ella le hizo entrega a mi señor padre de estas memorias que hoy publico, las mismas que fueron redactadas a puño y letra en 1971, cuando contaba con setenta y tres años.
Más información acerca de ella aquí:
Noticias de Nasca.
Mujeres de Nasca