viernes, 10 de agosto de 2012

María Magdalena Robles Canales (1898-2008) Memorias de vida Magisterial

María Magdalena Robles Canales, Normalista rural nacida el 25 de abril de 1898, en  la hoy provincia de Nasca.

Me eduqué en Ica, en el colegio Instituto Peruano, dirigido por la señora María C. de Laynes. Terminada mi instrucción primaria y, sin título aún, por no tener la edad reglamentaria, conseguí que el inspector de educación Provincial me nombrara Directora de la Escuela Fiscal del caserío de Santa Cruz, hoy distrito de la Provincia de Palpa, con fecha 9 de julio de 1913, con un sueldo mensual de 40.00 soles, teniendo que trasladarme hasta Ica cada mes para cobrar. Esto último me ocasionaba múltiples molestias y dificultades. Empecé a laborar el 4 de agosto del mismo año y como yo desde niña había deseado ser maestra lo hacía con gran entusiasmo.

Después de dos años mamá, gran amante de su terruño, consiguió que nos trasladásemos a «su Nasca». Allí me nombraron directora de una escuela en el campo, de donde, dos años más tarde me trasladaron a la ciudad como maestra auxiliar del Centro Escolar de Varones, hoy Escuela Pre-Vocacional de Varones Enrique Frachia, Nº 1584.

Cumplidos los dieciocho años de edad exigidos para optar el título docente, volví a Ica- Era el año 1919. Ya con mi título regresé a Nasca como Directora de la Escuela Fiscal de Mujeres 5817, la única en la localidad, y que hoy es la Escuela Pre-Vocacional de mujeres 1589, con una población escolar de 400 a 500 alumnas, pese a funcionar en Nasca cinco escuelas más y otras tantas de varones, lo que puede darnos una idea del crecimiento poblacional. Aun así en aquel entonces todo era incipiente en Nasca, eran tiempos difíciles, pues muchas veces había que empezar las cosas desde cero. Por aquel entonces tomé parte en las actividades locales —cívicas, sociales, religiosas— y puse especial empeño en la educación de mis alumnas, segura de que ellas eran la base de  la sociedad en el futuro y esta es mi satisfacción hoy, cuando compruebo que  la mayoría de los padres y madres de familia que cimentaron la nueva provincia de Nasca son los niños que ayudé a educar.

En 1928 nos trasladamos a Lima buscando un mejor ambiente para mis hermanas que, ya crecidas, no encontraban cómo perfeccionarse en un ambiente tan estrecho como el que teníamos en Nasca. Fui nombrada Directora del colegio Emiliano J. Villa Nº41 del Callao. Allí, al ser informada de ciertos problemas pedí al Ministerio de Salud que hiciera un despistaje de TBC. Así se pudo comprobar que había varios casos de alumnas enfermas con este mal, dolencia terrible en aquella época, entre ellas dos de mi aula, las que, enteradas de su enfermedad se abrazaron a mí llorando. Esto, claro está, me llegó al alma. Pensando en ellos y en todos los niños chalacos busqué una forma de auxiliarlos.

Fue en esas circunstancias, como pensé en la creación de una casa que los albergara y a la vez les proporcionara una adecuada nutrición que previniese que por debilidad cayeran en las terribles garras de aquel flagelo. Ha de señalarse que en aquel entonces se sindicaba al Callao como la segunda ciudad tuberculosa del mundo.

En mi peregrinaje buscando ayuda para concretar mi plan llegué donde el coronel Néstor Gambetta, entonces prefecto del Callao, quien, tras escuchar mi propuesta, se interesó en mi proyecto y, después de estudiarlo, lo llevó a cabo con la colaboración del Magisterio Chalaco que, emotivo como siempre, contribuyó grandemente. Se formaron comisiones, se hicieron colectas y fue así como nació la Colonia Climática Infantil Vacacional del Callao, cuyo nombre se cambió luego a Lina Licetti de Gambetta, en el local de la escuela Fiscal de Mujeres de La Punta. Tuve así la doble satisfacción de ver realizado mi proyecto y protegida parte de la niñez chalaca. Por esta labor me otorgaron un diploma y medalla de oro, las cuales conservo, en una actuación promovida por las Asociación Provincial de Maestros del Callao.

En 1935 se fundó en Lima, y bajo mi iniciativa, el Centro Nasca, entidad destinada a acoger en su seno a todos los nasqueños que, lejos del terruño, encontraron en él un lugar que les brindó calor y apoyo.

Terminado mi expediente de jubilación, me retiré de la enseñanza con una pensión de 350 soles mensuales.

Tenía entonces en mi haber la experiencia obtenida en el Callao, y estando asegurada la supervivencia de la colonia con la ayuda del Coronel Gambetta, pensé en alguna forma de ayudar a los niños de Nasca y hacia allá fui. Toqué a las puertas de los que podían dar algo y gracias a Dios hallé colaboración. Me dieron dinero en cuotas mensuales, útiles para la cocina, comedir, dormitorio y algunos alimentos.

Era el año de 1950 y, habiendo conseguido el local de la Escuela Fiscal de Lomas, nos fuimos allá un 10 de enero con veinte niñas, a cuyos padres hube de rogar para que me las confiaran. Salimos en un camión cargado además de enseres y alimentos. Fue una gran odisea, pero recompensada por ver la alegría de aquellas niñas que nunca habían visto el mar. En turnos de quince días atendimos a niños y niñas durante el periodo vacacional.

Transcurrieron así once años, aumentando en cada uno de ellos los niños y enseres. Logramos adquirir en local en propiedad, y digo logramos porque al iniciarse la idea de la colonia, se formó un comité para regirla. La Municipalidad de Nasca, la Beneficencia y los Rotarios me concedieron diplomas de honor en distintas oportunidades y en otras tantas reuniones sociales.
En 1957 regresé al Magisterio, como Directora de la escuela Fiscal Nº 15806 de Nasca, pues ya no eran suficientes mis trescientos cincuenta soles de pensión para subsistir. Esta nueva actividad  me ocupaba mucho tiempo, pero yo aprovechaba mis vacaciones  de verano, para dedicarlas al cuidado de los niños de la colonia climática. Ya muy quebrantada mi salud, me jubilé definitivamente del Magisterio. No obstante seguí un tiempo más ayudando a la Colonia Climática hasta dejarla totalmente instalada, con casa propia, enseres completos de la sala de cocina, y una renta en el Presupuesto de la Nación, renta que fue lamentablemente suprimida al año siguiente, sin que nadie más interesara en ello.

Hoy, desde el retiro, veo con gran pena cómo desaparece una obra tan bien cimentada y de tanta utilidad para el niño, sin embargo no abandono la esperanza de verla renacer algún día, Dios mediante.

Lima 26 de junio de 1971

Magdalena Robles Canales

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Nota 
Antepasada de este servidor, Magdalena Robles Canales (1898 - 2008) fue una mujer de gran temple, luchadora incansable y trabajadora, cuya longeva vida estuvo siempre dedicada a velar por la niñez de su natal Nasca.

La conocí cuando ya pasaba de los cien años, cerca de 1999, y en ese tiempo ella le hizo entrega a mi señor padre de estas memorias que hoy publico, las mismas que fueron redactadas a puño y letra en 1971, cuando contaba con setenta y tres años. 


Más información acerca de ella aquí:
Noticias de Nasca.
Mujeres de Nasca