En noviembre de 2005 tuve ocasión de comentar en un diario local el poemario Búho en la Torre, escrito por mi entrañable amigo Gonzalo Ontaneda. Revisando entre mis cosas guardadas encontré el recorte y aquí lo cuelgo para quien guste leerlo.
Sopa de Letras
Sobre Búho en la torre, un libro que vale la pena
Entre las recientes publicaciones que han llegado a nuestra mesa de redacción, y bajo el interesante nombre de Búho en la torre, hallamos el primer poemario del joven poeta sanmarquino Gonzalo Ontaneda.
Un recorrido por las páginas de esta obra nos permite adentrarnos en un mundo rico en imágenes nocturnas, en disquisiciones melancólicas y en eruditas evocaciones histórico-literarias. En medio de este mundo insomne, y de alguna manera críptico, Gonzalo Ontaneda se desenvuelve con musical destreza, jugando con la palabra, entregándonos una suma de versos bien logrados, suaves, agradables al gusto y finamente hilvanados para beneplácito del lector. Y es que este joven vate respeta el espacio del lector, permitiéndole —permitiéndonos, en verdad—, como afirmaba Béguin «restituir en su integridad la contemplación asombrada y la primera presencia de las cosas». De esta manera, en pluma del autor del Búho…, el lector juega un importante rol, conversacional y dialógico, si se quiere. Esta actitud se evidencia en los versos de poema titulado «Lectura»: Ese dulce encanto./ El encanto / de hablar con los muertos. La relación entre autor y lector es cordial, se eliminan las jerarquías de superior e inferior, se crea una comunidad al magister dixit tradicional. Por esta razón en Búho en la torre no hallaremos referencias que nos conminen a seguir los pasos del autor, sino que encontraremos una invitación a caminar con él.
Formalmente la obra está dividida en tres secciones temáticas. La primera se intitula también Búho en la torre, esta es la sección más elegiaca de todas (no en vano el poema Elegía se ubica aquí). La segunda, llamada Sombras de Notre Dame, es un tributo a Víctor Hugo, a quien Ontaneda profesa evidente admiración, aquí el autor ha buscado que los personajes del inmortal autor francés vuelvan a hablar con voz propia, desde sus particulares características espirituales.
La tercera sección es una nutrida miscelánea —en verdad salvo la segunda sección toda la obra lo es—, no solo temática, sino de carácter formal —en la que como bien señala Marco Martos, quien ha escrito ha escrito un magnífico exordio a este libro—, Gonzalo muestra su conocimiento y dominio de distintas tradiciones liteararias.
En resumidas cuentas, Búho en la torre es una obra que vale la pena ser leída, pero hemos de ponerle especial interés a las próximas publicaciones de su autor, máxime teniendo en cuenta que esta es su primera producción.