domingo, 21 de agosto de 2011

Cuestión de estrés (caso ficcional peruano)

Hace poco tuve un cuadro de maculopatía, no se lo deseo a nadie, producido por estrés. Mi doctor, un sujeto bonachón llamado Robinson, me recomendó dejar de renegar y dedicarme a hacer algo que relajase «toque guitarra, lea un buen libro o escriba uno si es posible», fue lo que me dijo. Por si esto fuera algo muy simple, añadió que lo primero que debía lograr era vivir en paz con mi entorno «en ocasiones no es muy fácil, pero aquí le paso unos consejitos que le pueden ayudar a estar en paz con el mundo exterior».

Acto seguido el doctor me entregó una suerte de folletito fotocopiado de un escrito a máquina —que en ese momento apenas vi—, me dio un par de palmadas en el hombro y me envío a casa. «Vaya usted, que si sigue estas simples ideas estará bien». Yo, con mi vista dilatada como un lémur, me retiré de allí prendido del brazo de mi esposa y, le pedí a ella que me leyera lo que estaba escrito en el papelito. Como me pareció curiosa la hojita que me entregó aquí comparto algo de ella.

Del libre tránsito
Si pretende cruzar la calle y un chofer furibundo se pasa la luz roja, no se haga problemas, estamos en el Perú, eso es normal. Si es chofer y un grupo de peatones —amplias sonrisas dibujadas en los rostros cruza cual recua, arriesgando la vida, no se hagas problemas, estamos en el Perú, eso es normal.

Del ornato
Si lo que a usted le preocupa es la limpieza no se haga problemas, no pretenda que las personas lancen la basura a los tachos de basura, no sea iluso, por favor, siga su camino y no mire hacia atrás, ya lo sabe, estamos en el Perú. Un individuo orina en la calle, un perro deja excrementos en la vía pública. No se preocupe.

Del transporte público
Este es un verdadero sino. Usar el transporte público es una verdadera tortura para los peruanos. Desde la insufrible «música» —el entrecomillado no es gratuito— que nos obligan a escuchar los choferes y cobradores, pasando por los gritos de aquellos para atraer pasajeros (que en sus disparatadas cabezas subirán y cambiarán de ruta solo porque ellos les insisten), el hacinamiento, la temeridad a la hora de conducir, los malos olores y una cadena interminable de males, viajar en microbús o combi es una tortura, pero no se preocupe ya lo sabe, estamos en el Perú. Tocar el claxon con furia es lo usual en Perú, no se moleste si lo persigue ese sonidito, búsquele notas musicales. Algunos estudios han logrado identificar durante una hora punta en la avenida Abancay un improvisado coro de bocinas interpretando fragmentos de la Obertura del Barbero de Sevilla.

De la seguridad ciudadana
Los asaltos no deben preocuparlo, si le roban use la frasecita peruana para el caso «ya perdí», levante las manos ante el agresor y diga «ya perdí». SI ve un robo mire hacia otro lado, estamos en Perú, haga de cuenta que si interviene será en vano, el delincuente saldrá libre en pocas horas y, si por casualidad, va preso, es bastante probable que termine denunciándolo a usted y a los policías que lo intervinieron —de ser el caso que los policías hagan algo— por abuso de autoridad y lesiones.

Esos son solo algunos principios básicos que lo pueden ayudar a superar el estrés, solo repítase al salir de su casa. ¡Qué lindo que es mi país!