Hoy nos dimos con la sorpresa de encontrar un resplandor solar alumbrando el horizonte. Uno podría alegrarse y salir desabrigado, pero es cierto aquello que alguna vez me dijo un conocido (un sujeto inenarrable que vivía en las alcantarillas sanmarquinas y respondía al alias de “Pericote Loco”) y la frasecilla decía que este sol era más falso que vuelto de mercado. Porque, caramba hay que ver la cantidad de monedas falsas que les dan a las abuelitas y a cualquier distraído que se cruce por en frente de estos malos vendedores.
Pero de lo que quería hablar fue de mi incursión Kafkiana en San Marcos. ¿Han leído El Proceso?, pues Kafka bien pudo hacer que su personaje fuera Heriberto A… y que su suplicio tuviera como origen obtener su licenciatura en San Marcos o alguna otra cuestión administrativa. Ayer fui enviado de ventanilla en ventanilla para hablar con individuos completamente desinformados que no sabían ni quién, ni cómo podía dar una respuesta tan sencilla a una pregunta como ¿Qué hago para obtener una copia de certificados? Digo, ¿puede ser tan obtusa la gente? Y la respuesta es: Sí.
Para no narrar todo el chanchullo que es ya de por sí tedioso de recordar, baste decir que solicitan una copia de certificados (que vale la gracia de 10 soles por semestre académico, es decir 100 soles) y eso no me sirve, sino para poder sacar la copia certificada, gracia que cuesta otros 45 soles por página, una ganga. Papeles, papeles y más papeles, pura burocracia.
Y mientras intentaba obtener alguna respuesta satisfactoria, algo como un “presenta la copia que tienes, nomás”, vi una nutrida marcha de estudiantes que solicitaban hablar con las autoridades para obtener beneficios. Estuve tentado a unirme a ellos y azuzarlos con consignas que pidieran la simplificación administrativa, pero es que estos pobres estudiantes no saben la que les espera cuando terminen su carrera y no puedan ser montoneros para gritar. ¿Dónde están mis sanmarquinos combativos cuando uno se aleja de la universidad? “Ah, mis cabellicos, maire, uno a uno se los lleva el aire” Vi a los administrativos riendo ante la marcha estudiantil, parecían decir:
—Griten lo que quieran, ya caerán en nuestras manos.
No cabe duda, en San Marcos también funciona la frase maquiavélica. Divide y vencerás.
Pero de lo que quería hablar fue de mi incursión Kafkiana en San Marcos. ¿Han leído El Proceso?, pues Kafka bien pudo hacer que su personaje fuera Heriberto A… y que su suplicio tuviera como origen obtener su licenciatura en San Marcos o alguna otra cuestión administrativa. Ayer fui enviado de ventanilla en ventanilla para hablar con individuos completamente desinformados que no sabían ni quién, ni cómo podía dar una respuesta tan sencilla a una pregunta como ¿Qué hago para obtener una copia de certificados? Digo, ¿puede ser tan obtusa la gente? Y la respuesta es: Sí.
Para no narrar todo el chanchullo que es ya de por sí tedioso de recordar, baste decir que solicitan una copia de certificados (que vale la gracia de 10 soles por semestre académico, es decir 100 soles) y eso no me sirve, sino para poder sacar la copia certificada, gracia que cuesta otros 45 soles por página, una ganga. Papeles, papeles y más papeles, pura burocracia.
Y mientras intentaba obtener alguna respuesta satisfactoria, algo como un “presenta la copia que tienes, nomás”, vi una nutrida marcha de estudiantes que solicitaban hablar con las autoridades para obtener beneficios. Estuve tentado a unirme a ellos y azuzarlos con consignas que pidieran la simplificación administrativa, pero es que estos pobres estudiantes no saben la que les espera cuando terminen su carrera y no puedan ser montoneros para gritar. ¿Dónde están mis sanmarquinos combativos cuando uno se aleja de la universidad? “Ah, mis cabellicos, maire, uno a uno se los lleva el aire” Vi a los administrativos riendo ante la marcha estudiantil, parecían decir:
—Griten lo que quieran, ya caerán en nuestras manos.
No cabe duda, en San Marcos también funciona la frase maquiavélica. Divide y vencerás.
Hoy hay un sol esplendoroso, pero falso. Tan falso como las promesas que les dan a los estudiantes que hoy marchan bajo el sol.
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