Ya que menciono esas palabritas, Recuerdo que hace poco evocaba aquel tiempo de trabajo en el que mi amigo Renzo tuvo a bien escribir en francés para los pobladores de una acción social que realizábamos con una ONG en Ventanilla. Renzo tuvo la idea de que así ellos no podrían falsificar los pases.
—Si enumero del uno al 100, los van a falsificar —dijo, ataviado con su gorra de béisbol—, si los escribo en inglés, cualquiera los escribirá, los pondré en francés y no sabrán qué dice.
El efecto fue el buscado. Ahora, lo interesante fue que le comentaba a algún poblador que el caso era que Renzo era un polígloto y el poblador me corrigió ante el reducido auditorio.
—Ah, políglota. Que habla muchos idiomas, les dijo a los otros.
Como me vio mirarlo sorprendido, el individuo tuvo a bien decirme que él sabía esas cosas porque era un autodidacta.
Ese asunto me da pie a escribir un poco sobre estos dos sustantivos que no tienen por qué ser terminados en “as” como sí lo sería internauta o patriarca, cuya origen es el griego y que, por ende conservan esa terminación.
En fin, el asunto fue que aunque quise explicarle al autodidacto que la palabra era polígloto y no políglota, lo único que obtuve fue una mirada de desprecio y la consabida frasecilla.
“El que tiene plata habla como quiere”.
Ante tamaña respuesta las razones quedan de lado.
—Si enumero del uno al 100, los van a falsificar —dijo, ataviado con su gorra de béisbol—, si los escribo en inglés, cualquiera los escribirá, los pondré en francés y no sabrán qué dice.
El efecto fue el buscado. Ahora, lo interesante fue que le comentaba a algún poblador que el caso era que Renzo era un polígloto y el poblador me corrigió ante el reducido auditorio.
—Ah, políglota. Que habla muchos idiomas, les dijo a los otros.
Como me vio mirarlo sorprendido, el individuo tuvo a bien decirme que él sabía esas cosas porque era un autodidacta.
Ese asunto me da pie a escribir un poco sobre estos dos sustantivos que no tienen por qué ser terminados en “as” como sí lo sería internauta o patriarca, cuya origen es el griego y que, por ende conservan esa terminación.
En fin, el asunto fue que aunque quise explicarle al autodidacto que la palabra era polígloto y no políglota, lo único que obtuve fue una mirada de desprecio y la consabida frasecilla.
“El que tiene plata habla como quiere”.
Ante tamaña respuesta las razones quedan de lado.
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