jueves, 29 de octubre de 2009

Barristas, muerte e impunidad - caso María Vargas

Hemos visto en todos los medios de comunicación la noticia de la muerte de María Vargas, una joven contadora que fue empujada del vehículo en el que se desplazaba por unos barristas. Mucha gente pide que se detenga a los dos, tres, cuatro cinco o cincuenta individuos que iban en esa combi, sin embargo el verdadero problema no son ellos, sino el sistema que permite la existencia e impunidad del delito enmascarado bajo la forma de fanatismo deportivo.

¿Qué hay detrás de esa extraña pasividad ante la violencia en el deporte?

Fútbol… ese lucrativo negocio
El fútbol es definitivamente un negocio redondo. Poco o nada importa que el Perú no vaya al mundial —aunque es claro que sería mucho más rentable que fuera una potencia futbolística—, al siguiente domingo de que la selección ha sido goleada miserablemente, estos señores barristas estarán asistiendo con sus banderolas , gritando y aullando —lo suyo no es cantar— como si su equipo fuera el mejor del planeta. Así es y así será mientras el fútbol sea un negocio redondo.

¿Para quiénes es negocio el fútbol? Empezando por la prensa deportiva, los empresarios dedicados a la venta de jugadores, e incluso para las autoridades gubernamentales que ven en el fútbol el distractor ideal para mantener a la población en el marasmo —usando esta palabrita que tanto le gusta al Presidente Alan García— y sumirla cada vez más en el jibarismo.

¿Es acaso mentira que si le das triunfos deportivos la gente común se olvida de sus problemas? Esa es una de las razones por las que los regímenes autoritarios dan tanto apoyo al deporte.

Lo extraño en Perú es que siendo el último país de Sudamérica en materia futbolística, despierte tal fanatismo.

Hace no mucho leía en una publicación inglesa, el caso sorprendente de una fanático del arsenal que era, además, un hombre culto y argumentaban que la sorpresa era porque la mayoría de los fanáticos del fútbol eran “hoi polloi” (lo que traducido al español es como decir “populacho” o “chusma”) ¿Qué tan diferente es el aficionado al fútbol en Sudamérica? Recordemos las declaraciones de Maradona o —para no ir muy lejos— de Kukín Flores en el Perú y tendremos una respuesta.

Los barrabravas (versión tercermundista, pero no por ello menos nociva, de los hooligans ingleses) son aquellos individuos que vemos los fines de semana dirigiéndose como una marabunta con dirección al estadio. Son fácilmente identificables, montoneros, llevan el rostro pintado, camisetas de sus equipos y hacen temblar a todos a su paso. Viven del pillaje y de las subvenciones que les dan algunas autoridades de los clubes. Todos sabemos que la Policía los conoce, los dirigentes los conocen, los jugadores los conocen, pero cuando causan desmanes, roban y matan a una jovencita, entonces ya nadie sabe nada y ya nadie los conoce.

Se ha abierto una campaña de solidaridad en Facebook y la madre de la joven pide justicia. Todos se ponen la mano al pecho, pero al final de cuentas, aún cuando agarren a esos dos, tres o 50 individuos, el problema no se habrá solucionado.

Señores del gobierno, tomen el toro por las astas, no a la violencia urbana. Esperemos que este no sea un caso más, sino que sea el último y el principio del fin de la impunidad, así la muerte de esa joven tendrá algún sentido.

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