Mis años en San Marcos me permitieron conocer a toda una amplia y variopinta gama de individuos dedicados al arte de hacer poemas. No les gusta que les digan poetas, no, claro que no, ellos hacen poesía y lo suyo es como un karma. Curiosamente no conocí narradores, en un primer momento creí que se debía a que, por la tradición y el influjo vallejiano, todos los jóvenes peruanos quieren ser poetas -o hacer poesía, para que no se me molesten estos amigos-, pero a estas alturas creo que fue un hecho circunstancial derivado de haber conocido a algunos de ellos.
Entre mi lista de conocidos del Taller de Poesía que dicta con una voluntad a prueba de balas Marco Martos, cuento a Gonzalo Ontaneda, David de Soto y Julio Fabián. Es precisamente sobre este último que quiero hablar un poco.
Físico de profesión, amante de los números y de los chistes capciosos -que gustaba de contar compulsivamente en la fenecida cafetería de Psicología de San Marcos-, Fabián es un conocido escribidor -usemos la palabrita esta de MVLL- de poemas que como notamos tiene una raíz numérica y física. Al conocer de su afición literaria uno no puede evitar pensar en Nicanor Parra, Ernesto Sábato y el mismo Isaac Asimov -entre otros ínclitos nombres-, hombres que desde las ciencias más incomprensibles han vuelto los ojos a la literatura como para decirnos, a los que consideramos casi robótico el conocimiento y manejo de aquellas prácticas, "soy humano".
Alguna vez escuché decir que Fabián era un tipo que escribía desde el dolor de sentirse una suerte de rechazado y que quizá era por no ser un físico a secas entre físicos, ni un poeta entre poetas y que lo era también por no ser un limeño entre limeños y no sé qué tantas cosas más que al final de cuentas, de tanto ser, terminaba no siendo.
Una cosa es él para sí y como muestra me tomo la libertad de reproducir uno de sus poemas:
Entre mi lista de conocidos del Taller de Poesía que dicta con una voluntad a prueba de balas Marco Martos, cuento a Gonzalo Ontaneda, David de Soto y Julio Fabián. Es precisamente sobre este último que quiero hablar un poco.
Físico de profesión, amante de los números y de los chistes capciosos -que gustaba de contar compulsivamente en la fenecida cafetería de Psicología de San Marcos-, Fabián es un conocido escribidor -usemos la palabrita esta de MVLL- de poemas que como notamos tiene una raíz numérica y física. Al conocer de su afición literaria uno no puede evitar pensar en Nicanor Parra, Ernesto Sábato y el mismo Isaac Asimov -entre otros ínclitos nombres-, hombres que desde las ciencias más incomprensibles han vuelto los ojos a la literatura como para decirnos, a los que consideramos casi robótico el conocimiento y manejo de aquellas prácticas, "soy humano".
Alguna vez escuché decir que Fabián era un tipo que escribía desde el dolor de sentirse una suerte de rechazado y que quizá era por no ser un físico a secas entre físicos, ni un poeta entre poetas y que lo era también por no ser un limeño entre limeños y no sé qué tantas cosas más que al final de cuentas, de tanto ser, terminaba no siendo.
Una cosa es él para sí y como muestra me tomo la libertad de reproducir uno de sus poemas:
Autosoneto
Yo no soy monstruo, menos hombre guapo
tengo virtudes y a la vez defectos
mi voz se escucha semejante al lapo
y no es de los sonidos predilectos.
Mi cuerpo tal vez sea un viejo trapo,
mis dedos estirados no son rectos,
mis continuos fracasos los solapo
escribiendo, así pierden sus efectos.
Lo afirmo no soy un animal veloz,
mis piernas al igual que las tortugas
persiguen el apuro, no son agiles.
Ver poco con los ojos es atroz
y es mal que arrastro como las orugas,
soy de aquel universo de los frágiles.
Ese es Fabián para sí, un tipo de andar pausado, corto de vista y lleno de poesía. ¿Que por qué escribo sobre él? Pues para comentar la presencia de su blog Zumbante Nervio, -título, también de su penúltimo poemario-, espacio de reciente creación, el cual les invito a revisar.
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Foto: Luciendo el sabor nacional, aparecen: Gonzalo Ontaneda, Rubén (Viejocaminante) Robles y Julio Fabián Salvador en la ya desaparecida cafetería de Psicología de San Marcos.
Hey Rubens , te envio un abrazo mi hermano y bendiciones en tu recién formado hogar .
ResponderEliminarSaludos de Marilú , espero verte pronto en la selva de cemento (¿o sémento?). Quizá en la feria del libro Ricardo Palma de Miraflores o donde fuera a parar.
Mil gracias por la mención.
Gracias por ser todavía el extraño del pelo largo sin pelo largo.
Tu brother ,David de Soto.
Este extraño del pelo largo, sin pelo largo, agradece los saludos y bendciones y envía unos similares para usted y su esposa Marilú.
ResponderEliminarA ver si nos reencontramos luego como parte de un proyecto del que ya os hablaré, David. Abrazos.