Empecemos por los techos. El tipo de techo adecuado para soportar lluvias es el llamado "a dos aguas". Aquí en Lima se empezó a usar ese tipo de techos a manera de adorno para algunas casas de barrios residenciales, sin embargo, la mayor parte de nuestras casas tiene techo plano que debe de estar transformándose en una singular -y goteante- piscina.
Si seguimos por las pistas, no hay un buen sistema de drenajes, las pistas son lodazales y los traseúntes reciben más de un chapuzón por las aguas anegadas que salpican ciertos innobles choferes. Para colmo de males hay paro y la gente se ve obligada a caminar.
No, no es que no asuste una lluviecita, es que sabemos que no estamos preparados y que una "lluviecita" puede borrar del mapa con las misma facilidad a nuestras huacas que a las vijas casonas de adobe y quincha. Una "lluviecita" puede ser, pues, cuando la ciudad no está preparada, un verdadero diluvio.
En cuanto a mí, realmente amo la garúa, la neblina y los días grises de esta ciudad que me acoge.
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