martes, 9 de junio de 2009

La selva en pie de guerra

Que las comunidades nativas se constituyen en grupos separatistas ha dejado entrever el presidente Alan García que hay nueve muertos es la cifra oficial, de otro lado se habla de la defensora del pueblo, Beatriz Merino, busca fosas comunes escurridizas en Bagua, los nativos aseguran haber sido atacados primero y los miembros del Partido Nacionalista aprovechan para hacerse de unos votos en la región amazónica.

Atrapados en medio de muchos intereses conspirativos -se habla tanto de la intervención subrepticia y azuzadora del régimen chavista de Venezuela y de su "colaborador" Evo Morales*, como de los intereses económicos del TLC- los nativos simplemente son una suerte de "chivos expiatorios" de todos.

Estado de emergencia
Prima la falta de ineterés en su cultura, la alteridad brilla por su ausencia. Una medida completamente desatinada es implantar el estado de emergencia en la zona para lograr la calma. Su aplicación amenaza ser la oportunidad para aprovechar las horas de toque de queda para actuar en la impunidad. ¿Cree acaso el gobierno que la forma de dialogar con los nativos es solo la fuerza? Parece ser que sí. Al líder de Aidesep, Alberto Pizango, se le acusa de ser el culpable de la masacre. El argumento que esgrime Mercedes Cabanillas es que él llamó a la insurgencia. Sin embargo teniendo en cuenta por situaciones anteriores, que las comunidades nativas tienen sus propias formas de hacer justicia y que muchas de ellas son comunidades guerreras, es claro que mandar helicópteros de la policía y contingentes armados a atacarlos no iba a hacerlos sino reaccionar de manera violenta. ¿Quién es el culpable de la violencia, entonces?

¿Diálogo?
La voz de los nativos no es escuchada. Aún debe permanecer en ellos el recuerdo de los tiempos del caucho, cuando fueron esclavizados por los capitalistas extranjeros y nacionales, ahora simplemente se les ignoró, el Congreso de la República sencillamente no los escuchó. Y uno de los argumentos esgrimidos fue que los nativos no querían dialogar porque solo quieren la derogatoria de los decretos legislativos que consideran afectarían sus tierras.


El aura del misterio
Pero los nativos, al ser interrogados realmente no han leído el tenor de los DL en cuestión, se dice. ¿Entonces qué reclaman? Pues reclaman eso mismo, la desinformación, el misterio en que se han hecho los acuerdos -que recuerdan el frontón-, la imposibilidad de haber podido expresar su voz, la completa desatención a su opinión; no confían y no podemos culparlos, cuando los sucesivos gobiernos que ha tenido el Perú sencillamente los han ignorado.


Luego del caucho la selva ha sido recordada en momentos en que hay campañas electorales o en los que podemos "aprovechar" las hectáreas que han sido reservadas para nativos y áreas protegidas. Los nativos, tristemente son para unos y para otros un estorbo o tontos útiles a sus fines electorales.


La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Quién escucha su voz?

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