jueves, 18 de septiembre de 2008

El Extranjero - Albert Camus

Escribir sobre El Extranjero es casi una deuda moral que tenía. Lo hago como parte de mi sección de novelas favoritas. Antes de empezar, quería hacer mención a un gran amigo, y es que debo a mi amigo Saúl Torres -el mismo que me dice 'viejo'- la primera lectura de aquella obra.

Sería un gasto de tiempo y energías contar el ya harto conocido argumento, privándonos de leer la obra en sí (el mismo Camus decía que un escritor estaba condenado a que lo leyeran unos pocos, y sin embargo muchos hablaran de él). Aun así, baste decir que la obra trata de Mersault, un tipo que es condenado a la pena de muerte por el asesinato de un árabe. Esto, muy a grosso modo.

El extranjero en el tiempo
El periodo histórico al que corresponde la publicación del extranjero, es un tiempo de caos. Europa en 1942 se encuentra marcada por el dolor y la miseria de una guerra de dimensiones desconocidas hasta ése entonces. La Segunda Guerra mundial aminora la fe de los hombres, los vuelve adustos y desconfiados.

Francia se halla sacudida por fuertes desazones, a la pomposa invasión hitleriana, se agrega la desconfianza hacia los colaboradores del régimen progermano. Pensadores de la talla de Celine viven este mundo de zozobras. Es claro que los hombres de un periodo de guerra o bien vuelven los ojos a Dios, o se hacen pesimistas y amargos.

El extranjero - extranjero en el mundo
Saber si la realidad de la guerra marcó la obra, no es un hecho fundamental. Probablemente así sea, sin embargo no podemos afirmar que el extranjero es la expresión de la soledad del hombre ante el pesimismo de una guerra.

¿Podemos reducir una obra a ser un producto de su tiempo? Esta pregunta ha venido dando innumerables –casi infinitas- vueltas en la cabeza de los investigadores, de los pensadores de la literatura especialmente desde la segunda mitad del siglo pasado.

Como respuesta tentativa podemos decir que sí y que no. Me inclino por apoyar la idea de que, la existencia de un nivel intertextual de formas de pensar (epistemes de Foucault) es innegable. La existencia de tendencias artísticas es muchas veces, expresión de la vigencia y caducidad histórica de los paradigmas explicativos del mundo.

El Dasien, del que habla Heidegger y que yo tomo aquí, es –a grandes rasgos- un hombre que recibe éstos conocimientos de su tiempo y con ellos se desenvuelve en el mundo.

Sería, por ello muy iluso reducir una obra a un reflejo de los hechos circunstanciales. Reducir, por ejemplo el “Poema II” de Trilce, a la estadía en el encierro de Vallejo sería limitar la universalidad de la obra, cortarle las alas y condenarla a ser un palurdo remedo de la realidad.

Ahora bien, El extranjero Mersault, no es un hombre extranjero en un país ajeno, es un extranjero en el mundo, un hombre libre de convencionalismos. Esto es lo que lo hace extraño. El mismo Camus –citado por Vargas Llosa- afirmó que particularidades de su personaje “El héroe del libro es condenado porque no juega el juego..., porque rechaza mentir, Mentir no es sólo decir lo que no es, y, en lo que respecta al corazón humano, decir más de lo que se siente". Esto es algo que hacemos todos a diario para simplificar la vida. Mersault contrariamente a las apariencias, no quiere simplificar la vida. Él dice lo que es, rehúsa enmascarar sus sentimientos y al instante la sociedad se ve amenazada... No es del todo erróneo, pues, ver en el extranjero, la historia de un hombre que, sin actitudes heroicas, acepta morir por la verdad.

A esta definición, hemos de agregar que la existencia un hombre ajeno a los convencionalismos, no es sino un experimento “camusiano”. El hombre cotidiano que vive en lo absurdo se verá amenazado por alguien que no pertenece al absurdo. Se produce, entonces una inversión del mundo. Lo no absurdo, en un mundo regido por lo absurdo, es un absurdo en sí.

Si en las obras de Kafka –cuya influencia se siente fuertemente en El Extranjero, siendo Mersault una suerte de Joseph K... argelino- un extraño mundo cotidiano amenaza a los protagonistas, en El Extranjero el mundo se siente amenazado por un hombre extraño. Lo curioso es que el hombre extraño no es agresivo, es un tipo indiferente al dolor tanto como al amor y, es precisamente su indiferencia la base de su oposición al mundo.

Al inico de estas breves divagaciones veíamos las idea de individualidad y el existencialismo. Camus nos hablaba de la justificación de la vida por medio de la espera, el hombre espera el mañana, un sueldo una jubilación qué sé yo, algo debe haber más adelante. Pero qué sería de un hombre sin esa esperanza vana y sin la desazón que produce su falta, es decir sin el sentimiento de absurdidad que puede llevar al suicidio. Mersault es ése hombre.

El tema de absurdo, como sabemos no quedó ahí. El descrédito de la ciencia y el abandono de formas religiosas que afronta la sociedad occidental han calado fuerte, acentuando el debate en torno a lo absurdo. Las ideas de éstos autores tomaron cuerpo en el teatro del absurdo, en obras como las de Samuel Beckett y Eugenio Ionesco, en las que se metaforiza el absurdo de la vida, haciéndolo rayar con lo ridículo. En ellos como en Camus, un lector no iniciado símplemente vería un cúmulo de ridiculeces, El Extranjero sería la historia de un necio al que nada le importa y una obra como Esperando a Godot, la historia de dos retrasados mentales –Vladimir y Estragón- que no tienen en qué perder el tiempo. La referencia metafórica es grande. Una vez más podría sonar la conocida frase bíblica: El que tenga oídos oiga... El eco de la frase, sin embargo ya no suena allá en lo alto del Cielo, sino aquí entre nosotros, en el frío suelo.


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