Curioso animalito, la zarigüeya (la casi extinguida muca del
Perú) es un marsupial americano muy extendido por todo el continente (sí, no
solo en Oceanía hay marsupiales) y una de sus características principales
consiste en fingirse muerto cuando está en inminente peligro. Parece ser que
esta peculiar forma de escape se debe a la poca disponibilidad que tienen
algunas especies a comer animales muertos, lo que hace que se alejen de la
zarigüeya hasta que ella «reviva» y vuelva a subir a un árbol.
El hombre es diferente en muchos sentidos, sin embargo se
parece en la inamovilidad en la que lo sume el miedo, es por eso que el miedo
es el instrumento favorito de los regímenes autoritarios. Pero no solo crear el
miedo al estilo de Robespierre o Stalin, también permitirlo, auspiciarlo con el
silencio, con la complicidad criminal.
¿Paralizados como zarigüeyas? |
Existe un país imaginario, una entelequia de pesadilla en verdad,
en el que los gobernantes y los grupos de poder —todo esto es ficción, claro
está— necesitan que su pueblo viva en el miedo, el miedo a los asaltantes
(razón por la cual no se hace nada para detener el crimen), miedo a grupos
extremos (campesinos y pobladores indignados) que pretenden desestabilizar el crecimiento (o
sea que se oponen a que unas empresas abusivas hagan lo que quieran con ellos),
a que los terroristas amenacen a la población (aunque fue el mismo Estado el
que los dejó salir) y a un sinnúmero de situaciones que tienen como común
denominador el miedo, un miedo ampliado, injustificado muchas veces, pero
efectivo para hacer que la población, convertida en una zarigüeya asustada, tome
el statu quo como algo inamovible y preferible a lo otro, lo desconocido, la
raíz del miedo.