miércoles, 27 de febrero de 2013

La zarigüeya y el hombre – el miedo como instrumento de poder

Curioso animalito, la zarigüeya (la casi extinguida muca del Perú) es un marsupial americano muy extendido por todo el continente (sí, no solo en Oceanía hay marsupiales) y una de sus características principales consiste en fingirse muerto cuando está en inminente peligro. Parece ser que esta peculiar forma de escape se debe a la poca disponibilidad que tienen algunas especies a comer animales muertos, lo que hace que se alejen de la zarigüeya hasta que ella «reviva» y vuelva a subir a un árbol.

El hombre es diferente en muchos sentidos, sin embargo se parece en la inamovilidad en la que lo sume el miedo, es por eso que el miedo es el instrumento favorito de los regímenes autoritarios. Pero no solo crear el miedo al estilo de Robespierre o Stalin, también permitirlo, auspiciarlo con el silencio, con la complicidad criminal.

¿Paralizados como zarigüeyas?
Existe un país imaginario, una entelequia de pesadilla en verdad, en el que los gobernantes y los grupos de poder —todo esto es ficción, claro está— necesitan que su pueblo viva en el miedo, el miedo a los asaltantes (razón por la cual no se hace nada para detener el crimen), miedo a grupos extremos (campesinos y pobladores indignados)  que pretenden desestabilizar el crecimiento (o sea que se oponen a que unas empresas abusivas hagan lo que quieran con ellos), a que los terroristas amenacen a la población (aunque fue el mismo Estado el que los dejó salir) y a un sinnúmero de situaciones que tienen como común denominador el miedo, un miedo ampliado, injustificado muchas veces, pero efectivo para hacer que la población, convertida en una zarigüeya asustada, tome el statu quo como algo inamovible y preferible a lo otro, lo desconocido, la raíz del miedo.