sábado, 29 de octubre de 2011

«El hombre sin sombra II» o el calato más peligroso del mundo

Cualquiera que haya leído el título de este post ya se dio cuenta que no soy fanático de este mamarracho fílmico y, aunque no es mi intención hacer crítica de cine, puedo sí expresar mi opinión al respecto como hombre libre que soy.

Sí, ya sé que alguien estará diciendo qué si no me gusta esa película, entonces qué sentido tenía estar ahí sentado viéndola, la verdad yo tampoco le encontré sentido y de hecho no terminé de ver esa tontera. Quizá podamos achacarle eso de ver cualquier bodrio que nos pongan al frente a la, flojera. Ya saben lo que pasa, enciende uno el televisor, y al estar lejos el control remoto del decodificador (puesto que ahora es imprescindible tener dos o tres de esos aparatitos alrededor si uno no desea pararse a buscarlos), se sienta y ve lo que sea que esté ahí para ver si la historia lo atrapa —claro, dentro de esta categoría no entran programas deplorables de farándula o de humor vulgar, que lo catapultan a uno a apagar el televisor—. Pues bien, eso fue lo que pasó conmigo y este film.

Vayamos por partes, «El hombre sin sombra II»* puede ser resumido como una estúpida película en la que un invisible tipo, que a la sazón está completamente desnudo porque su ropa no es invisible, corre por ahí poniendo en aprietos al FBI, al Ejército de EEUU y a un grupo de científicos poco inteligentes que no se dan cuenta que ante la calatería del enemigo, bastaría con romper un foco y cortarle la planta de los pies al condenado para sacarlo de circulación. Algo gracioso es que el tipo no solo sobrevive a un violento atropellamiento (del cual el auto agresor sale más perjudicado que el propio calato, con abolladuras en el parachoques, el parabrisas roto y el techo hundido) sino a la pulmonía que lógicamente cogería por andarse por ahí corriendo en traje de Adán mientras los demás andan bien enchompados. Díganme si no es ridículo.

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*No he visto la primera parte, pero no es difícl imaginar que gira sobre el mismo endeble argumento, un calato indestructible que corre por ahí metiéndole miedo a la gente con sombra.