lunes, 14 de marzo de 2011

El vecino mataperros - Mascotas y edificios II


Hace poco comenté mi desacuerdo con que en algunos edificios, como este en el que vivo, algunos personajes, tiranillos de quinta, seudoseguidores de Gadafi, pretenden imponer su obtusa voluntad para prohibir la tenencia de mascotas.

Pues bueno, tanto va el cántaro al agua que al final se rompe, resulta que uno de estos individuos, por pura casualidad un italiano, no tuvo mejor idea que meter comida envenenada a la casa del vecino para matar a la mascota —dice que porque ladraba mucho—, un enorme y escandaloso chihuahua al que bien podría haber amedrentado con un estornudo.

Le pregunta de rigor es por qué recurrir a la violencia, pero este personaje, al que probablemente echemos a puntapiés, tomó la solución visceral en sus manos con resultados funestos, tanto para el inocente perro, como para él mismo, ya que el vecino furibundo le ha roto la puerta y lo ha amenazado con darle una golpiza de padre y señor mío (cosa que viendo las contexturas físicas de ambos es lo más probable) por haber matado a la mascota de su hija y dejarla como paelta de helados.

La violencia trae más violencia y sino pregúntenle a nuestro vecino italiano, que está escondido en su casa meditando recién en que no debió matar al perro... eso se saca por perromuertero.

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Conste aquí que el hecho de que este sujeto mataperros sea italiano es completamente circunstancial, este tipo de energúmenos nace en Italia, en Libia o en Perú indistintamente, en todos sitios se cuecen habes, dice el dicho...

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