Año 2003. Gonzalo Ontaneda, Julio Fabián y yo. |
Cierto día, allí, entre algunos cafés y conversaciones, le mostré unos osados versos que yo había plasmado en un papel (atrevidos porque yo no soy poeta, ni pretendo serlo, pero me vi obligado, por un curso, a escribirlos) y, como quien no quiere la cosa, mi poético amigo me dio una mano para pulirlos, de suerte tal que quedó así el asunto:
Encontré el texto con las correcciones de puño y letra y, como cosa anecdótica lo cuelgo, más que para mostrar mi efímero paso por la poesía, para que se vea el trabajo de mi estimado amigo.
San Marcos*
Tronco, médula,
losa que cubre.
Sangre bullente
palpitando...
Mudo testigo hablante
guiando trémula mano.
Cara al viento,
transformando...
Granítico coloso,
de pie sobre tres coronas.
Ajena al tiempo...
transforma el tiempo
Casa de españoles americanos
americanos, no hispanos
Decana de América
Yo, nosotros, ellos, ella.
La misma sangre...
La misma piedra.
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* Junio de 2002
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