Más que risa, aunque esta parece ser la reacción general, debería provocar vergüenza el que algunos conciudadanos dediquen su tiempo libre a insultar a un conductor de televisión y que aquello sea celebrado por colegas suyos que parecen disfrutar que el cerebro de los peruanos esté tan jibarizado que solo puede expresarse mediante la grosería.Esto lo digo por los groseros insultos que suelen verter algunos desconocidos en el programa «Habla el pueblo», conducido por el periodista Rafael Romero, vía Canal 11.
Pero no me entiendan mal, no estoy a favor de Romero ni mucho menos. Desde esta ventana estoy en contra de este movimiento que nos va a transformar en algo menos que unos viles patanes, porque no niego que podamos discrepar con Rafael Romero, con eso no hay problema, podemos estar abiertamente en contra de él o de cualquier otra persona, sin embargo, la diatriba, el insulto clandestino, la patraña no son más que gestos ruines que pintan de cuerpo entero a quienes los practican y a los que los celebran. Lamentablemente parece ser que ese lenguaje y esos modales impresentables son los que se le quieren inculcar al pueblo. Lo más triste de todo es que ese mensaje entra por nuestras pantallas para estupidizar a los más jóvenes.
Y después nos quejamos de nuestras roñas…
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