Muchos se preguntan si la caída de un árbol en medio de una jungla inhóspita en la cual ningún ser humano haya puesto un solo pie es realmente un ruido. Y es que esa caída nunca oída es un fragmento de nada sonora.
Semejante a ese árbol, el blog de la autodenominada Sociedad Marginalia —a la que este Viejocaminante perteneció a su debido tiempo— ha llegado a su fin en medio del anonimato lector, en el silencio virtual de la falta de cibernautas que se dignasen a poner sus ojos en dicho espacio. Muy poca gente supo que Marginalia vivía, muchos menos sabrán de su lenta muerte, de su aferrarse de un hilo a la vida virtual de la cual —como aquella vieja pizarra de madera que unos vándalos escasos de neuronas quemaron allá por el año 2004 en San Marcos— también había sido desahuciada. No pudieron quemar ese periódico que estaba allí, marginado, solo y abandonado, no le pudieron enviar moscas virtuales porque de tan estúpidos que son no pudieron crearlas. A los marginales de verdad eso les llega. Muchachos, esto va para ustedes, Alex, Jorge, Felipe y «Escamoso», la incompresión es, muchas veces, motivo de orgullo en un mundo en el que la gente lee el libro de Mónica Delta, donde Renato Cisneros y su «Busco Novia» es un best seller.
Nadie leía Marginalia, pues créanme que hasta cierto punto no importa, que nos laman las medias. Eso no me importa, pero lo triste ha sido el abandono de parte de sus creadores en que cayó el portal, la desidia escritural fue lo que mató a Marginalia. La suya era, pues, la crónica de una muerte anunciada.
Marginalia ha muerto, muchachos, viva Marginalia.
Semejante a ese árbol, el blog de la autodenominada Sociedad Marginalia —a la que este Viejocaminante perteneció a su debido tiempo— ha llegado a su fin en medio del anonimato lector, en el silencio virtual de la falta de cibernautas que se dignasen a poner sus ojos en dicho espacio. Muy poca gente supo que Marginalia vivía, muchos menos sabrán de su lenta muerte, de su aferrarse de un hilo a la vida virtual de la cual —como aquella vieja pizarra de madera que unos vándalos escasos de neuronas quemaron allá por el año 2004 en San Marcos— también había sido desahuciada. No pudieron quemar ese periódico que estaba allí, marginado, solo y abandonado, no le pudieron enviar moscas virtuales porque de tan estúpidos que son no pudieron crearlas. A los marginales de verdad eso les llega. Muchachos, esto va para ustedes, Alex, Jorge, Felipe y «Escamoso», la incompresión es, muchas veces, motivo de orgullo en un mundo en el que la gente lee el libro de Mónica Delta, donde Renato Cisneros y su «Busco Novia» es un best seller.
Nadie leía Marginalia, pues créanme que hasta cierto punto no importa, que nos laman las medias. Eso no me importa, pero lo triste ha sido el abandono de parte de sus creadores en que cayó el portal, la desidia escritural fue lo que mató a Marginalia. La suya era, pues, la crónica de una muerte anunciada.
Marginalia ha muerto, muchachos, viva Marginalia.
La Sociedad Marginalia fue sembrada por pocos donde lamentablemente se menciona a muchos. Y estos pocos o muchos no son culpables de nada. Sencillamente el árbol fue talado y agradezcamos que no mató a alguien. Ahora, desde mi punto de vista de dios creador autoexiliado, debo decir que no me da pena ver caer un arbol incapaz de absorber los rayos del sol.
ResponderEliminarbueno digase que este árbol que sin haber sido talado cayo en medio de esa selva virtual,por simple gravedad o porque ya se caia de viejo, digamos tambien que si algun desdichado la encuentra por ahi(digase la selva virtual a la que hace alusion el VC), podria darle buen uso como fabricar un mueble o quiza para un tipo de abono ,valga uno saber, POR LO PRONTO Y SI VEIS A ESE DESDICHADO NO OLVIDES HACERLE RECORDAR QUE SI QUEDAN ALGUNAS RAMAS SECAS O ALGUNOS RESIDUOS POR AHI , NO OLVIDE LANZARLOS AL FUEGO , PARA QUE NO QUEDE CERTEZA DE SU LUCTUOSA EXISTENCIA...POR LO PRONTO DESCANSA EN PAZ MARGINALIA
ResponderEliminarGracias por los comentarios, muchachos. Quisiera preguntarles, sin embargo, si no creen que quizá exgeramos un poco. Tal vez Marginalia no era el orgulloso árbol del que hablamos, sino un minúsculo fruto que pañado antes de tiempo y envuelto en unos periódicos fue a vivir la putrefacción en una esquina olvidada de la casa.
ResponderEliminarOpino igual que tú, Jorge, aquí no hay culpables, simplemente ya no era su tiempo Marginalia era demasiado marginal.
Y César, al fuego se ha dicho.
Amigos marginales y automarginados, ese blog fue producto de una voluntad general (Sociedad) que se desnaturalizó por voluntades particulares, por intereses o motivaciones que fueron creciendo o decreciendo en cada uno de sus miembros. No hay culpables, nadie taló este árbol ni fue quemado por unos vandalos. Tengo la seguridad de que si este blog hubiera sido un segundo panel también habría ocurrido lo mismo. Nadie soporta la nulidad o la desidia que es un panel sin hojas, o con un patético recorte de periódico que a nadie le interesa leer. Rubén, ¿no crees que esos Neandertales, conocedores del fuego, tuvieron al final razón?
ResponderEliminarAmigos marginales y automarginados, ese blog fue producto de una voluntad general (Sociedad) que se desnaturalizó por voluntades particulares, por intereses o motivaciones que fueron creciendo o decreciendo en cada uno de sus miembros. No hay culpables, nadie taló este árbol ni fue quemado por unos vandalos. Tengo la seguridad de que si este blog hubiera sido un segundo panel también habría ocurrido lo mismo. Nadie soporta la nulidad o la desidia que es un panel sin hojas, o con un patético recorte de periódico que a nadie le interesa leer. Rubén, ¿no crees que esos Neandertales, conocedores del fuego, tuvieron al final razón?
ResponderEliminarYa que lo dices por partida doble, mi estimado Alex, creo que a la luz de los tiempos esos neandertalenses nunca tendrán la razón y lo peor es que nosotros tampoco, pero al menos nosotros sabemos eso.
ResponderEliminarPero hay algo interesante que planteas, como que ya cada uno jalaba para su lado, Marginali fue un pobre Túpac Amaru jalado por 4 caballos. No lo había pensado así.