viernes, 2 de abril de 2010

El extraño caso de El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde

Es numeroso el caso de novelas, cuya versión cinematográfica ha terminado alterando en el imaginario popular. Tal es el caso de Sherlock Holmes, a quien nunca hizo Sir Arthur Conan Doyle decir «Elemental, mi querido Watson». Algo de eso pasa con el relato de Robert Louis Stevenson llamado El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde.

Cuentan que Robert Louis Stevenson, quien dicho sea de paso tenía una capacidad increíble para contar a la manera de (tiene relatos que bien podrían ser de Las mil y una noches o novelas románticas), despertó una noche muy contento porque en una pesadilla había encontrado el argumento perfecto para contar esta historia de terror.

Presentada como la historia —muy exagerada, por cierto— de lo que se llama bipolaridad, la historia cuenta cómo un hombre pacífico en un abrir y cerrar de ojos se transforma en una criatura vil, capaz de cometer los peores crímenes. Como ya imaginarán no les voy a contar la historia, porque es bueno que la lean. Sin embargo quiero sí contarles que contrariamente a lo que muestran las poco fieles representaciones modernas —en las que mister Hyde es un monstruo enorme, verde y musculoso—, mister Hyde es un tipo pequeño, contrahecho y que en esa fisionomía desmejorada es donde se expresa precisamente su maldad.

Son cosas curiosas, como la de La Ciudad y los perros, en película, cuya famosa fracesilla «Qué me mira, cadete, ¿quiere que le regale una fotografía mía calato?» nunca fue escrita por Mario Vargas Llosa o El nombre de la rosa, con un final feliz en Hollywood, muy diferente del de la novela escrita a puño y letra por Umberto Eco.

Y es que como dijo alguien, un escritor es un tipo condenado a ser leído por unos pocos, pero comentado por muchos…

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