viernes, 5 de marzo de 2010

Combover — Cuando la vergüenza nos vuelve sinvergüenzas


¿Recuerda usted ese peinado ridículo que ostentaba Vladimiro Montesinos? Conocido como “lamido de vaca” y otros nombres semejantes, en inglés ese tipo de remedo de copete de llama “combover” y consiste, como bien saben ustedes, en un penacho largo que se estira de extremo a extremo de la cabeza en un intento tan vano como gracioso —y grasoso, dicho sea de paso— por cubrir lo que la madre naturaleza decidió dejar de cubrir con cabello.

Lo curioso del combover es que empieza como un meçhoncito de cabellos que el usuario, algo avergonzado de ver cómo crecen sus entradas, un día decide acomodar para que genere el efecto de capilar faltante. Sí, el combover, ese ridículo peinado que muchos calvos llevan por la calle con total desparpajo, empezó siendo movido por la vergüenza de hacer el ridículo... Toda una paradoja.

Y es que lo descabellado del asunto —sin alusiones personales a los posibles lectores— es que el caballero que usa el llamativo combover que hace que en la calle todos volteen a verlo, en verdad lo hace por temor al ridículo a verse mal. Estimado caballero, usted que me escucha, si sus hijos no se lo han dicho pero no quieren salir con usted a no ser que lleve gorro, si sus amigos ahora le dicen “El Doc” o “Vladi” y si ahora su mayor temor ya no son los terremotos sino la acometida de un viento frontal que pueda desarmarle ese copete que tanto se demoró en armar y pegar a la pelada, entonces sépalo de una buena vez: usar combover para tapar la calvicie es como pretender apagar un incendio con gasolina de alto octanaje, eso no se hace, hombre, no solo se ve feo, sino sucio. Créame, es menos doloroso que le digan “Cabeza de rodilla”, que parecer un tipo sucio y grasiento.

Empecemos una cruzada por desterrar ese tipo de peinaditos. Salvémonos y salvemos a nuestros familiares y amigos del ridículo.

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