Esta noticia tiene algún tiempo de antigüedad, pero recién tengo ocasión de comentarla. Hace unos meses se presentó en Gap (Francia) una escultura que muestra a un hombre muerto en silla eléctrica y su fisonomía se asemeja a la de los Cristos esculpidos en cruz. La presentación de tal busto fue considerada blasfemia por propios y extraños, ante lo cual nos quedó algo que opinar.
La obra en cuestión, llamada “Pieta”, es una escultura de Paul Fryer, que representa la pasión de Cristo, y fue puesta por encargo de monseñor Jean Michel di Falco, obispo de Gap y de Embrun, que organizó la exposición.
El obispo, a su tiempo se defendió diciendo que en la exposición: "Quería que la conmoción provocada nos hiciera tomar consciencia del escándalo de alguien clavado en una cruz", dijo.
Y es que la silla eléctrica es ahora lo que en su tiempo fue la cruz. Llama la atención cuando se pueden decir cosas como “preciosa cruz” o hablar de ella sin tener conciencia de que realmente fue un lugar destinado para la gente más baja del Imperio Romano. La silla eléctrica, ni más ni menos. Un lugar demasiado bajo para cualquier conocido nuestro, un sacrificio enorme para un inocente.
Es por eso que dentro del escándalo que causó la presentación del busto, queda esta suerte de moraleja, que no siempre vemos las cosas contextualizadas y que, por ignorar algunas cuestiones, dejamos de ver la real dimensión de las cosas, en este caso el sacrificio llevado a cabo por Jesús de Nazareth.
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