Escribe GASTON AGURTO
RECIEN tres horas después de los hechos, a las 11:20 a.m. del 13 de junio, los estudiantes del Instituto Superior Tecnológico Carlos Salazar Romero, de Chimbote, que se encontraban en el patio durante la hora del recreo, se percataron que sobre sus cabezas había un espectáculo terrorífico: un joven vestido totalmente de negro y con gruesos botines, colgaba ahorcado de un árbol de pacay.
Junior Saldaña, de 23 años, cursaba el primer ciclo de la carrera de Computación e Informática. Según sus amigos era un chico extraño e introvertido. "Conversaba sólo con unas cuantas personas -recuerda un compañero- y su tema, casi siempre, era el rock satánico". Antes que hacer amistades o hablar con sus padres, Junior prefería enchufarse a su walkman y atosigarse con las estridencias de Marilyn Manson, Ozzy Osbourne o Iron Maiden; o zambullirse en una cabina pública de Internet para recorrer los laberintos y las penumbras virtuales de miles de páginas web dedicadas al culto de Satán.
Para bajar el cuerpo del árbol los agentes de la funeraria se demoraron casi cuarenta minutos -cuenta la reportera Patricia Cardoza, del diario La Industria-. Subieron a una escalera y, al no poder aflojar la cadena de bicicleta con la que se había ahorcado, se vieron obligados a cortar con un serrucho la rama de donde colgaba el cuerpo. Una vez en tierra firme, decenas de estudiantes descubrieron que el colorido estampado del polo negro de la víctima, representaba el linchamiento de Marilyn Manson.
Por si quedan dudas, en uno de sus bolsillos se encontró una carta que empezaba diciendo: "Ofrezco mi sacrificio y mi alma al rock infernal"
En las galerías Brasil MM es considerado un aborto comercial del rock satánico. Der.: Henry Osco, 33 años, y su amiga Valerie, fans de las películas de horror y de la banda Mortem.
VIVA EL BLACK METAL
Ya en los ochenta existían bandas de heavy metal que iban desde Black Sabbath hasta Iron Maiden y que esporádicamente hablaban del suicidio, la muerte y del más allá. La leyenda popular, alimentada por el márketing del rock & roll, decía que Ozzy Osbourne arrancaba con una dentellada la cabeza a los murciélagos. Más aún, sugería que algunas megabandas como Rolling Stones (`Simpatía por el Demonio') y Led Zepellin (`Escalera al Cielo') habían conseguido el éxito gracias a pactos con el mismísimo Satanás. Y algunos creyentes, al hacer correr los discos Hotel California (The Eagles) y Número Nueve (The Beatles) en sentido inverso, juraban escuchar voces de ultratumba.
En 1981 aparece la banda inglesa Venon (Veneno). Con el disco `Black Metal' inauguró, sin disimulos, la veneración de Satán. Envueltos en una estética oscurantista, extremaron la postura enérgica del heavy metal con una música más emparentada con el ruido que con otra cosa, con una voz gutural que arrojaba un discurso blasfemo, explícitamente tanático, anticristiano y satánico. Sólo les faltaba botar espuma por la boca. Pedofilia, sacrofilia y zoofilia son escenas cotidianas de sus alteraciones musicales. Ahora black metal es sinónimo de rock satánico.
En el Perú, desde mediados de los ochenta, algunas bandas de distritos populares como `Mortem', `Kranium' y `Hadez' fueron las primeras en hacer eco de ese tenebroso llamado musical. Hoy, sólo en Lima existen decenas de muchachos rasgando guitarras y formando grupos para mantener viva esa tendencia: Black Angel, Masacre, Psicorragia, Anal Vomit, Mysterium, Prosatanus, Profecía, Epilepsia, Goat Semen... Una de las que congrega más adeptos es Nahual. Su vocalista se hace llamar Lord Tiranna. Tiene 25 años, vive en Surco, con sus padres, estudia literatura en la U. de San Marcos y trabaja en las Galerías Brasil, último refugio del metal y de los satánicos en general.
La cruz boca abajo, la cabra y el 666, la blasfemia y la profanación, son ingredientes del culto. Der.: La banda Mortem, hasta ahora en actividad, inició e impulsó la movida satánica en el Perú.
"Si te digo que soy satánico vas a pensar que tengo sexo con niños o que practico sacrificios con gatos y gallinas -dice mirándome sobre el hombro-. No es así. Lo que me diferencia de los cristianos es, simplemente, mi postura crítica frente a los conceptos manipuladores de culpa y pecado, y tal vez algunas fantasías que tengo con la crueldad, el barbarismo y la idea de ejercer actualmente el concepto medieval de la justicia".
Una vez concluida la sesión de fotos, en la que Lord Tiranna posó profanando un crucifijo, pidió el baño del estudio para quitarse el maquillaje del rostro. Pero terminó usando la ducha por más de veinte minutos, usó el jabón y champú a discreción y dejó el baño humeante, empantanado y cochino. ¿Fue un exceso de confianza, una suerte de broma pesada o quizá un oscuro ritual?
Más que un movimiento de rock subterráneo, ésta es una subcultura de jóvenes de look agresivo y rollo misantrópico. De lunes a viernes son estudiantes, trabajadores o hijos de papá, pero las noches de fin de semana se despeinan un poco, visten pantalones rotos y casacas de cuero negro, amén de púas y cadenas. Y lanzan miradas sombrías a los cristianos, "cínicos abanderados de la doble moral", que andan por allí esmeradamente bien vestidos. "Es nuestra manera de responderles -dice uno-. Si ellos nos desprecian, nosotros los despreciamos aún más".
Quienes durante la adolescencia se ampararon temporalmente en el seno de esta comunidad, reconocen ahora que se trata de una secta que no es sólo musical, y que suele conducir primero a la intolerancia y luego a un malsano fanatismo por el thánatos. Ese deleite por el horror y lo mórbido hace que estos jóvenes se mantengan -por lo menos de boquilla- en constante coqueteo con la muerte. Se toman fotos yaciendo en la cama con aspecto de enfermos. Se ponen alias de dioses paganos o apodos como `psicópata' y `desquiciado'. Fanfarronean en sus conversaciones inundadas de alcohol sobre secuestros, violaciones y canibalismo. Y admiran sinceramente a personajes de leyenda insana como el poeta Aliester Crowley, el boxeador Mike Tyson y el terrorista Osama bin Laden.
Estos actos, aunque perversos, terminan siendo inofensivos. Y es que `los satánicos', como cualquier cristiano promedio, siguen rigiendo sus vidas por los Diez Mandamientos. Si no, hace tiempo habrían desaparecido o estarían en la cárcel.
CLAVES MUSICALES.- El suicida ahorcado con una cadena en Chimbote tenía un polo donde Marilyn Manson lucía una soga alrededor del cuello. Y Clímaco Basombrío, "el asesino del martillo", escuchaba Metallica. Estos finales violentos están asociados a la subcultura del rock satánico. Esos mismos factores explican que un suicida vinculado al mundo de la tabla hawaiiana se quite la vida frente al mar.
NOS VEMOS EN EL INFIERNO
Para algunos satánicos como Héctor Corpus, 32, bajista de Black Angel, el caso del joven chimbotano que por escrito ofreció su alma al rock infernal, hace recordar la matanza del joven limeño Clímaco Basombrío. En el primero de los casos resulta evidente la correspondencia entre el linchamiento del muchacho con la imagen de Marilyn Manson estampada en su polo; en el segundo, se decía que Clímaco, antes de lanzarse a martillazos sobre sus víctimas, había estado escuchando la estridente música del grupo Metallica. Uno de los discos emblemáticos de esta banda es Kill'Em All (Mátalos a Todos), en cuya portada aparece un martillo sobre un charco de sangre. Las Policia sabe que ambos crímenes no fueron consecuencia de los `hechizos malévolos' del rock satánico, sino más bien de personalidades con tendencias depresivas y predispuestas a la violencia.
"El rock satánico no incita a la violencia", dice el baterista de Mortem, conocido como `Amduscias'. Tiene 32 años, es profesor de la U. Católica y explica el suicidio de Chimbote con argumentos inmisericordes, propios de su clan: "Seguro que ese chiquillo tenía problemas con sus padres o con su enamorada. ¡Por favor. Uno puede tener grandes problemas, pero de allí a quitarse la vida por un engendro comercial como Marilyn Manson, hay mucha distancia! Su fatal decisión fue simplemente una forma de rebelarse, de llamar la atención. Y de hecho que lo ha logrado: ahora debe estar gozando y riéndose de nosotros desde ultratumba".
En todo caso la carta encontrada en el bolsillo de Junior, lejos de ser una nota de despedida convencional, dejaba un misterioso final abierto. Decía:
OFREZCO MI SACRIFICIO Y ALMA AL ROCK INFERNAL. Gracias por todo. Pedirles que, ¡maldita sea!, no critiquen mi desaparición. A mi familia, perdón por fallarles; a mis amigos, gracias por soportarme, pues sólo era un maldito ser que vivía en un mundo no correspondido. Dirán que soy un fracasado o un cobarde; déjenme decirles que se equivocan. A nadie se culpe de lo que pasó. El único culpable soy yo. No soportaba más esto. Fue la única salida que encontré. Pero no se preocupen, mi silencio no será eterno.
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Artículo aparecido en CARETAS 2717, del 27 de junio de 2002
Son los típicos comentarios intolerantes y rudimentarios que ya no es tan común oir, me hacen recordar a aquellos que publicara la revista somos hace como 20 años, en los que se acusaba a Iron Maiden de ser una secta satánica. Quien sabe, de repente en aquella época este mismo redactor trabajaba para el comercio y por eso la similitud de pelotudeces.
ResponderEliminarla culpa tambien es de los poseros de mierda como esos que agarraron en un cementerio robando tumbas. Idiotas asi cagan la escena
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