A fines de los años ochenta, cuando iba en uniforme escolar a la Av. La Colmena a comprar casetes y conversar con Fernando Mortis habría sido una locura pensar que eso de los que hablábamos ocuparía una sala en el Ministerio de Cultura (Mincul), y ahora lo hace gracias a la muestra Espíritu del Metal. 40 años del metal peruano
La muestra, que desde aquí con toda la modestia del mundo queremos felicitar, constituye un verdadero hito para la revaloración de un movimiento que trascendió la esfera musical (aunque tuvo su origen y su centro en torno a la música). Presenta información básica y suficiente sobre las bandas y periodos, en una línea de tiempo que nos trae muchos momentos a la memoria. Conversando con mi buen amigo Miguel Det y sobre la base de lo que vimos con nuestros grupo de amigos, es indudable que un algo que flotaba que hermanaba a esa generación de jóvenes que crecían en una sociedad violenta, de apagones, cochebombas, de miradas despectivas, cuando no temerosas de gente que no entendía por qué ese "modo de andar" de unos chicos de cabellos largos, ropas negras, pantalones raídos.
Y decimos que el metal, aunque tuvo su origen y su centro en la música, entre nosotros siempre trascendió esa esfera más allá de que allí donde había dos o tres tipos reunidos la intención era formar una banda autogestionada. El metalero, el banger era un contestatario, un inconforme en flirteos, algunas veces con el anarquismo o su versión más ebria, el "alpinchismo", en el que resaltaba esto que llamo la forma de andar para tratar de englobar no solo una forma de caminar, sino una actitud ante la sociedad, ante "el sistema", una predilección por el alcohol, desprecio por la banalidad, y sobre todo un fuerte espíritu gregario receloso que hacían que cuando te acercabas a alguien venía siempre la pregunta de a quiénes en la escena conocías.
A inicios de los años noventa con un grupo de adolescentes melenudos caminábamos por las calles del Callao, Pocho Arequipa, Chapalote, Julio Julcamoro, César Clip Rojas, Edwin Chate y otros amigos, en ocasiones la Bruja Lincolln, no nos reuníamos necesariamente en torno a música, no competíamos por ver quién sabía más sobre las bandas, nos unía el espíritu de grupo, ese modo de andar, nos unía el trago que bebíamos en cantidades industriales.
La muestra termina mañana 21 de febrero. Si pueden dense un salto antes de que se acabe. vale la pena.