martes, 19 de junio de 2012

La niña mala del Twitter - Paulina Peña... de casta le viene al galgo

La niña mala se llama Paulina Peña y vive en México, pero pudo llamarse César Flores Cossio* y tener varias décadas de fascista existencia. Hace poco ha saltado a la luz la verdad respecto del clasismo —cuando menos— de la hija del candidato del PRI en México Enrique Peña. La niña, para los que no saben, ante los ataques a su padre opinó en Twitter:
  

Pero la niña parece que ha heredado las virtudes de su padre, quien confundió en la feria del Libro de Guadalajara a Carlos Fuentes con Enrique Krauze al citar al autor de La Silla del Águila. A todo esto la revista QUIEN eligió a la muchacha entre las diez niñas más bonitas de México y a su padre como uno de los hombres que mueven México. Bonito honor para esa tiranilla.

 Ahora, luego del jalón de orejas que le debe de haber dado su pronto derrotado padre, la niña ha pedido disculpas, pobrecita, pues, no había querido insultar, tal vez no sabía qué quería decir prole, era solo una palabra que su papi usa cada vez que quiere insultar a alguien prole, hijos de prole, porque de casta le viene al galgo.

En fin, gracias a mi amigo Carlos Caballero pude ver en Facebook esta respuesta que me parece digna de ser publicada.

El filósofo blogger y escritor mexicano Héctor Jesús Zagal Arreguín le escribe como respuesta:

No tengo el gusto de conocerte personalmente. No sé cómo eres, desconozco tus cualidades, tus aficiones, tus intereses. Entiendo tu molestia al escuchar las críticas a tu padre, Enrique Peña Nieto. Son gajes del oficio. Deberás irte acostumbrando a los ataques contra él. En una democracia, la crítica es un ejercicio fundamental. Tu padre es una figura pública y, por ende, sus actos serán juzgados con rigor. “¿Por qué son tan duros con él?”, te preguntarás. Bueno, los funcionarios públicos ganan mucho dinero. Hay miles de personas dispuestas a sufrir críticas y cuestionamientos con tal de figurar en la nómina oficial. El sueldo bien vale esos golpes. ¿No?

Pero no es de tu padre de quien quiero hablar, sino de ti. ¿Te confieso algo? Me aterra que hayas utilizado la expresión “hijos de la prole” como un insulto. Insisto, es disculpable que te enfades por la burla hacia tu padre. No me asustaría que los llamaras “babosos”, “tontos”. Es más, no le preocupa el que nos hayas llamado “pendejos”. En cambio, no se puede excusar tu menosprecio a los hijos de los trabajadores, de los obreros.


¿Oíste del escándalo de las Ladies de Polanco? Descalificaron a un policía llamándolo “asalariado”. Algo similar hiciste tú: descalificas a la mitad del país por su condición social. ¿Qué tiene de malo ser hijo de un obrero? Sabes, yo soy nieto de un minero, un proletario. No me da vergüenza decirlo. ¿Te avergonzarías de tu padre si fuese un vendedor de tamales o un plomero?



Sin pretenderlo, con tus palabras has revelado tu clasismo. Desprecias el trabajo manual. Minusvaloras a quienes se mantienen con su esfuerzo. ¡Qué tristeza que así piense la hija de un candidato presidencial!



“Hijos de la prole” son, en efecto, quienes estudiaron en escuelas públicas, quienes utilizan el metro, quienes no comen cortes argentinos y quesos españoles, quienes no utilizan zapatos de miles de pesos, quienes no se atienden en el hospital ABC, quienes no viajan en helicóptero. Los hijos de la prole, por el contrario, deben hacer largas horas de filas en las clínicas del seguro social, deben comer carbohidratos (tortillas), deben estudiar en salones sin computadoras, deben apretujarse en los transportes públicos. Los hijos de la prole, querida Paulina, ganan en un año lo que tu padre gana en una semana.



Cuando leas estas líneas has el siguiente ejercicio. Revisa lo que llevas puesto encima: perfume, cremas, desodorante, ropa, zapatos, celulares, aretes. Suma el total. ¿Sabes que traes encima más de lo que una indígena gana durante un año de trabajo duro?

Paulina, me da terror que pienses así. Tu lapsus reveló tu “realidad”: vives en una burbuja color de rosa. “Hijos de la prole” no es un insulto, sino un título honorable. Este país, que tu padre aspira a gobernar, depende de los obreros, de los campesinos, de los empleados, depende de esas personas a quienes menosprecias.



Ojalá este gravísimo desliz, no sea fruto de la educación que recibiste en casa. Ojalá y sea culpa tuya, fruto de tu arrogancia (tan propia, eso sí, de la clase alta mexicana). ¿Qué será de México si lo llega a gobernar una persona que desprecia al proletariado?



Mira Paulina, me parece que por tu bien, debes inscribirte en una escuela pública, reducir tu escolta al mínimo, tomar el metro en horas pico, y ponerte a trabajar. Por si no lo sabes, muchos de los “hijos de la prole” se pagan sus estudios con su trabajo: los hay campesinos, vendedores, obreros. Algunos trabajan desde niños.



Paulina, haz puesto en riesgo el futuro político de tu padre. Pero lo que es más grave: pones en peligro en riesgo el futuro de México


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* El hombre en cuestión, fue el famoso padre de la candidata presidencial peruana Lourdes Flores (que cual Hamlet, perseguida por el fantasma de su padre, tras aquel incidente no puede postular a nada), quien en un país netamente andino, llamó al entonces candidato presidencial Alejandro Toledo «el auquénido de Harvard». Ni más ni menos un Paulino, igual de bestia.