
La primera versión fue que unos escolares graciosos se habían apropiado de la réplica y que en un acto de civismo el padre había decidido dejar la pieza a la vista. Ahora, de acuerdo con un informe periodístico, pareciera ser que la propia Susan Hoefken, gerente de Impacto Producciones, empresa organizadora de la muestra, armó toda una pantomima de secuestro para hacer una suerte de “marketeo” de su producto. Es extraño todo aquello. La empresaria niega todo y tiene razón de hacerlo, ya que de probarse su participación en el entuerto, la gracia le saldría a un módico precio de unos cuatro años de pena privativa de la libertad. Una nadita por esconder un pulmón. Veremos en qué termina todo este vergonzante asunto.
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