Le han dicho que no llega ni a
pastor alemán, le han dicho feo, le han dicho de todo, y su comentario (ver foto) ha sido motivo de risa por doquier. Conocí de
su desafortunada publicación por el Facebook de mi primo Domingo Flores, y lo cierto es que a este
muchacho —suponiendo que existe y que esa es su forma de pensar—, le falta un
tornillo. Pero eso no es lo peor.
Hay algo mucho más peligroso
detrás de su comentario, y es algo en lo que caen, sin saberlo, tanto él como
quienes con tanta saña lo critican, la creencia de que existen razas superiores
y, por tanto, razas inferiores. El gran pecado de este muchacho no es haber
dicho que desciende de los alemanes, sino decir que ellos son raza superior, y
el gran pecado de muchos de los que lo critican está en aceptar esa premisa,
pero suponer que no viene al caso porque él es un indio, es decir, una raza
inferior. ¿Se entiende? Son dos caras de la misma moneda.
Pero no solo eso, la gente da por
aceptado que en animales sí existen las razas superiores, sin percatarse que
eso de la raza superior, la perfección tiene el mismo origen que la clasificación
de humanos en superiores e inferiores. Por eso hay concursos de razas de perros
buscando la perfección del animal, la simetría. Vamos diciéndolo por su nombre.
Todo eso son pelotudeces de gente acomplejada que termina lanzando mascotas a la calle si no son lo suficientemente finos. Un animal campeón no te va a dar
más afecto que un perro chusco. Si prefieres una raza u otra no hay problema,
puede ser cuestión de gustos, pero si crees que una es superior a la otra y
que, por tanto, algunas no valen la pena, entonces necesitas terapia o una lobotomía.